Los 120 días antes de las elecciones, Diego Berruecos salió de su casa hacia el puesto de periódico más cercano, escogió uno y lo compró. Después se dirigió a su casa u oficina y pidió a quien estuviera más cerca que le tomara una foto sosteniendo el periódico de manera que se vieran la portada y contraportada: los titulares, las ocho columnas principales. Al almanaque (a la inversa) que resultó de este ejercicio, le llamó Obstinada Contemplación del trabajo del mañana.

diego berruecos

El criterio para escoger el periódico era personal: el que más le llamara la atención. De cierta forma, al pararse frente al puesto y elegir la portada, lo que hacía era entrar al juego impactante de los titulares, además de colmar su obsesión con el paso del tiempo y la repetición.

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Sobra decir por qué las elecciones de este año fueron particulares. En los días previos había una tensión latente, algo que parecía romperse a cada momento. Pero no. Contra todo pronóstico, las cosas no se salieron de control. Pero el aire estaba cargado. Hay algo desbordante en los elementos de la exposición: tanto el nombre La Obstinada Contemplación del trabajo de mañana, que refiere al trabajo siempre latente como habitante del país, como la fotografía misma –un pedazo de tiempo capturado–, los encabezados y su tiempo verbal (presente indicativo) como suspendido, que indica lo que acaba de pasar y lo que puede devenir.

No pago para que me critiquen

“Dirigir un periódico, una estación de radio o un canal de televisión en México generalmente significa confiar en un cliente único y poderoso que gasta sumas exorbitantes en publicidad con una simple advertencia: “No te pago para que me critiquen”. Ese cliente es el Gobierno mexicano”. Escribió Azam Ahmed hace casi un año para el New York Times.

diego berruecos

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Frente a las imágenes de Diego uno piensa, desde luego, acerca del tiempo y la repetición, pero también repara en el paisaje mexicano de la información; la prensa mexicana. Basta ver las imágenes de estos periódicos un rato, todos juntos –y sus elementos: encabezados, publicidad, relación de imágenes– para sacar conclusiones, muchas veces contradictorias. Recordar que la información está fuera de nuestras manos. Y que la información es poder.

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Dice Domitila Bedel, curadora de la exposición, que “Diego se para frente al espectador desplegándole los titulares del día a la cara en un gesto que nos recuerda a las pruebas de vida que mandan los secuestradores a las familias de los secuestrados”: Estamos atrapados también.

Obstinada Contemplación del trabajo de mañana además de ser una muy buena exposición es un buen ejercicio para el mexicano. Y conforme pasen los años, esta muestra adquirirá más fuerza aún.

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