En el Museo Franz Mayer están reunidas 150 piezas de barro en las que participaron 75 familias de más de 35 pueblos alfareros de Oaxaca, Puebla y Guerrero. El proyecto comenzó como un libro (Barro y Fuego: el arte de la alfarería en Oaxaca), y del libro surgió una colección que recorrió Alemania, Finlandia y Bélgica para finalmente regresar a México.

Hay presentaciones de comales, ollas, vasijas, platos y demás utensilios organizados en estantes y muros. Al observar que todo es barro pensamos en la sutil belleza de lo rústico, lo que se hace con las manos. Las ollas, comales, vasijas y platos son encantadores, pero no son sólo objetos de contemplación, tienen funciones. Un comal está hecho de barro suave, fácilmente se despostilla o raya, pero al ponerlo al fuego durante horas y a altas temperaturas no se rompe: eso es diseño.

barro

barro

La alfarería es diseño ancestral y está presentando como tal en esta muestra, en la que la museografía resalta lo estético, pero en especial lo utilitario. Hay diagramas que explican el diseño de un comal: su diámetro, la delgadez que deja pasar el calor rápidamente, o la quema a baja temperatura que hace sus moléculas resistentes pero flexibles. Los utensilios de barro son comunmente catalogados como “artesanías”, y aunque es innegable que tienen grandes cualidades estéticas no pertenecen detrás de una vitrina para contemplarse.

Barro y fuego es un hermoso recorrido y –aún más valioso– un proyecto que exhibe los objetos de barro valorando su diversidad y belleza, pero principalmente reconociendo que son herramientas que pueden y deben tener una función en nuestras vidas. No son reliquias del pasado que deben de coleccionarse, sino objetos bien diseñados, útiles y resistentes, pensados para para guardar agua, cocer frijoles, hacer tortillas. Usarse, reusarse y volverse a usar.

barro

Otro aspecto muy importante de la muestra es la sección dedicada a los procesos de fabricación del barro. Los objetos que utilizamos todos los días siguen un proceso complejo de  materiales, herramientas y maquinaria. Con el plástico el problema comienza desde su manufactura, se utilizan grandes cantidades de petróleo crudo para fabricarlo, pone en peligro la vida silvestre, contamina el ambiente y tarda miles de años en descomponerse. Para el barro el viaje de materiales es directo, local y biodegradable, además genera un mínimo de deshechos: cenizas de la quema que después se utilizan como fertilizante o fragmentos de piezas que se erosionan y convierten de nuevo en arena y barro.

barro

Si pensamos en el barro como artesanía para decorar espacios, nos perdemos de un circuito en el que usarlo es reconectar con una forma de producción imperfecta que genera productos alejados de un sistema industrializado, el mismo que explota sin límites el medio ambiente y produce objetos en masa, todos idénticos y eficientes. Comprar barro es una suerte de resistencia que valora otra forma de producir, una limitada, imperfecta y por lo mismo más humana.

[snippet id=”32098″]

 

Más en Local:

Nahui Olin, la hermosa mujer serpiente, llega en junio al MUNAL

Kiosko: un proyecto/picnic creativo en la hermosa casa de Alumnos 47