Reescenificar la historia es peligroso. Sus protagonistas pueden quedar en segundo plano y los grandes sucesos confundirse con pequeños hechos aislados. Lejos de preocuparle, esto anima la obra de Yoshua Okón (Ciudad de México, 1970), que suele aprovecharse de las inconsistencias frecuentes al relatar una historia para generar huecos, imaginar desenlaces, intercambiar lugares entre lo importante y lo banal para dejar al descubierto los aspectos más oscuros de la cultura en la que vivimos.

yoshua okón

Chille, 2009 | Sesenta y dos esculturas de yeso en bruto | Colección VHP

“La cultura de consumo siempre proyecta una cara bonita, una imagen de bienestar. Para mí, el arte es una manera de tomar un poco de distancia crítica y romper con este estado idiota en el que estamos como consumidores pasivos”, comenta el artista en entrevista. Hasta el 11 de febrero de 2018, Okón presenta en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) la exposición Colateral, una revisión de dos décadas de trabajo curada por John C. Welchman. En 19 series que incluyen video, fotografía, escultura e instalación, Okón aborda temas particularmente delicados, como terrorismo, xenofobia, dictaduras o el capitalismo salvaje a través del filtro del humor, lo que produce un híbrido entre la parodia y lo documental que revela aspectos clave de estos conflictos y orillan al espectador a repensar su papel ante ellos.

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Risas enlatadas, 2009 | Videoinstalación

Okón encuentra estos problemas manifestándose en las formas más comunes. “La relación entre arte y vida es fundamental, yo no puedo entender al arte si no es con una conexión muy estrecha a la vida cotidiana. De ahí surge el interés de hacer obra que responda de manera tan directa a la cotidianidad, a la experiencia de estar en el mundo”, comentó.

Esto resulta útil para tocar temas tabú, como la obra Bocanegra (2007), en la que grabó a un grupo de aficionados mexicanos del Tercer Reich que visten como soldados alemanes y marchan por la calle con un estandarte nazi. Podrían parecer peligrosos, sin embargo, en sus extravagantes discusiones parecen inofensivos, incluso simpáticos. En otro video, Pulpo (2011), varios migrantes guatemaltecos actúan en un estacionamiento de Home Depot en California, donde suelen buscar trabajo en construcción. Fingen llevar armas y apuntan mientras caminan sigilosamente. Están interpretando la Guerra Civil de Guatemala, de la cual todos formaron parte. El trasfondo sórdido de ambas obras se disfraza bajo el tono chusco de sus actores. “El humor es una estupenda herramienta para abordar temas incómodos. Una vez que ya te reíste no tienes más alternativa que afrontar ese lado oscuro de las obras”, explicó Okón, quien nos recuerda que por mucho que las ignoremos estas realidades siguen ahí, sin resolverse.

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Pulpo, 2011 | Videoinstalación | 4 proyecciones sincronizadas, 8 cubetas de Home Depot con hule espuma, logo en serigrafía.

Los temas con los que trata Okón rara vez son agradables. En el video Freedom fries: Naturaleza muerta (2014) una mujer con obesidad mórbida duerme sobre una mesa de McDonald’s y en la escultura HCl (2004) una tubería cargada de vómito de pacientes bulímicos rodea los pasillos del museo como un intestino. Para Okón, el sistema hegemónico que invita al consumo desenfrenado en Freedom fries es el mismo que regula nuestra apariencia en HCl. Consentimos ambas cosas con nuestras acciones a diario, pero no las vemos hasta que el arte nos hace reaccionar.

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Freedom Fries: Naturaleza Muerta, 2014 | Video monocanal

“Para mí es muy importante que las piezas funcionen como una especie de espejo, esa alienación que existe en el mundo del espectáculo entre el espectador y lo que está mirando me interesa romperla, para que de alguna manera termines mirándote a ti mismo como parte de algo más grande”, concluye Okón.

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*Artículo publicado en Gatopardo.

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