pagoda
5 de marzo 2019
Por: Diego Cera

“La Pagoda”, una iglesia excéntrica que construyeron los vecinos de Iztacalco

La construcción de esta iglesia que parece pagoda no se hubiera logrado sin la participación de todos los vecinos, quienes además están orgulloso de ella.

La parroquia de San Felipe de Jesús es una iglesia católica en el Oriente de la Ciudad de México, y una de las más curiosas del país. Mientras uno se aleja de la Avenida Canal de Tezontle y se adentra a INFONAVIT Iztacalco comienza a reinar una paz que combina bien con el estilo japonés de esta iglesia.

Los vecinos no la conocen como parroquia, templo o iglesia; se refieren a ella como “la pagoda”, y el nombre es obvio. Su campanario tiene exactamente la forma de un templo budista o hinduista, y, al igual que en esos casos, se utiliza para orar. No importa la dirección por la que uno se acerque a la pagoda, la torre del campanario siempre sobresale entre los árboles. 

Todo en ese lugar se rige por otras leyes arquitectónicas. Las escaleras del patio, por ejemplo, se entrelazan y parece que van en distintas direcciones ––aunque al final todas llegan a la entrada del templo. En cada esquina de los barandales hay un farol que también tiene cierto aire japonés. Las fuentes, a su vez, parecen pequeñas réplicas del campanario oriental. 

Adentro todo esta dispuesto para parecer enorme, más grande de lo normal. Las bancas se iluminan de rosa, morado y azul con la luz de los vitrales y, si uno mira hacia arriba, los candelabros también parecen pagodas. La iglesia, tal y como está ahorita, no lleva mucho tiempo. Todo ocurrió en 1994, cuando el padre Nicolás Álvarez Casillas quiso transformar un terreno baldío al lado de una capilla en un templo excéntrico como lo es hoy. 

Lo mejor de todo es que la construcción y la recaudación de fondos es mérito del padre y los vecinos. El Sacerdote empezó a vender criptas dentro de la capilla para tener dinero para los materiales, y los vecinos católicos vendían comida por su lado. Quienes no tenían cómo ayudar económicamente lo hacían con trabajo y a cambio podían ir al comedor comunitario que todavía continúa sirviendo comida a precios bastante justos.

Diez años después de la idea del padre Álvarez Casillas, la iglesia estaba terminada y lista para convertirse en el orgullo de todos los vecinos. Esta “pagoda”, además de ser un monumento a la inclusión religiosa es un símbolo de la perseverancia de una comunidad dispuesta a sobresalir. Un rincón oriental en el lejano Oriente. 

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