Conchas de nácar, espejos, platos, jarrones, trabajo en mayólica (método especial de vidriar el barro para poderlo pintar), esculturas (incluidas un perrito en cantera y un Sansón pelando con un león talavera) y claro, agua… La Fuente del Risco es majestuosa, ultrabarroca y abundante en porcelanas.
Aunque a veces no quede tan claro, la porcelana es una cerámica pero a diferencia de otras arcillas es impermeable en el agua y es translucida. Hoy sigue asociándose al lujo pero en esa época, siglo XVIII en México, era tan valiosa que hasta reutilizaban las piezas rotas. La cerámica fue descubierta en China pero pasaron muchos siglos antes de que pudieran reproducir esta técnica en Europa y otras parte del mundo, el problema no solo estaba en la fórmula de la pasta, también había que conseguir hornos que llegaran a temperaturas mucho más altas. Para ponernos un poco en contexto, las temperaturas de cocción para las cerámicas van desde el fuego bajo (aprox. 600 °C que es el momento en el que deja de ser barro y se convierte en lo que se llama bizcocho) hasta el fuego alto (aprox. 1300 °C). La porcelana se cuece en ese último rango y dependiendo la técnica puede puede llegar a necesitar mayor temperatura. Para no hacerles el cuento largo, un horno de cocina normal llega a 300ºC, y conseguir un horno de alta temperatura hoy sigue teniendo su complejidad, así que imagínense durante el Virreinato.
Regresando a la Fuente del Risco, es fascinante ver la variedad (y cantidad porque aquí nada es discreto) de porcelanas que tiene, las hay provenientes de tres contienentes: talavera poblablana, loza de Inglaterra, y piezas de China. Entre las figuras que más llaman atención están los platos asiáticos: unos azules y blancos provenientes de la dinastía Ming y otros Imari, tipo de porcelana blanca japonesa caracterizada por sus delicadas coloraciones azules, verdes y rojas. Y en Sumario Tierra, tenemos un gusto particular por las columnas formadas con tacitas de porcelana china (ver imagen destacada). <3
La Fuente del Risco fue creada por un autor desconocido, y por cientos de artesanos que participaron a la construcción de esta obra sin saberlo, junto al edificio en el que se encuentra: una mansión ubicada en el barrio de San Ángel, frente al jardín San Jacinto. Desde 1963 hasta hoy es el Centro Cultural Isidro Favela y cuenta con una biblioteca de 18 mil volúmenes, entre ellos el Archivo Histórico de la Revolución Mexicana (incluye los documentos personales de Carranza), y un museo dividido en siete salas con una colección permanente de pinturas, esculturas, textiles y muebles del siglo XVI al XX. Sin embargo, la fuente siempre ha sido el símbolo del conjunto, al grado de que no se le conoce por su nombre oficial (Centro Cultural Isidro Favela) sino como Museo del Risco, y los visitantes pueden entrar gratuitamente para verla y tomarle fotos todos los días en un horario de siete a cinco.
Antes de ser museo, el edificio recorrió una larga historia. Su primer habitante fue Manuel de León, ensayador primero de la Real Casa de Moneda de la Nueva España, quien se estableció ahí en 1750 y a partir de entonces la mansión tuvo varios propietarios hasta que en 1846, durante la invasión estadounidense, se convirtió en albergue de heridos y el lugar donde fueron sentenciados los integrantes del Batallón de San Patricio. Durante la segunda mitad del siglo XIX fue adquirida primero por el abogado Benigno Payró y luego por el compositor Ernesto Elorduy, quien murió ahí en 1913. La casa fue destruida parcialmente durante la Revolución Mexicana y posteriormente cayó en el abandono hasta que el político y escritor Isidro Favela la compró, restauró y en 1988, a través de un fideicomiso, donó “al pueblo de México” para albergar el Centro Cultural que ahora conocemos. Nos da gusto. Si bien hay más construcciones barrocas en la Ciudad de México, son pocas las que se pueden visitar gratis y en tan buen estado. Además, es un plan al aire libre.
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