Calles empedradas, fuentes, casas de piedra y pequeños puentes que aún se conservan, aunque el río ya no pase por debajo, son algunos de los elementos emblemáticos de la colonia Chimalistac, por lo que aún hasta nuestros días conserva un poco de su pasado colonial. En medio de todo esto se encuentra la Casa Gálvez construida por Luis Barragán.
El Pedregal de San Ángel y la Casa Prieto-López, la Casa-Estudio en Tacubaya, El convento de las capuchinas en Tlalpan o la Casa Girardi son algunas de las obras de Barragán en la CDMX. Todas estas obras están abiertas al público por lo que son más conocidas, en cambio, la Casa Gálvez se ha convertido en un secreto a voces escondido entre casas neocoloniales.
La historiadora del arte Cristina Gálvez Guzzy cuenta que, su padre Antonio Gálvez, empresario sirio-libanés, conocía la obra de Barragán por lo que decidió que era el arquitecto indicado para proyectar la casa para su familia. Barragán aceptó el encargo, pues Gálvez contaba con un predio de más de 2 mil metros en Chimalistac, que mantenía su aspecto colonial, lo que resultó en el lugar ideal para los objetivos de Barragán. Para esta obra, el arquitecto jalisciense decidió retomar varios de los conceptos e ideas que ya había empleado para su casa-estudio en Tacubaya: los juegos de luz y sombra, el uso del color, la estrecha relación de los interiores con el jardín, así como mobiliario específico para las habitaciones.
La casa Gálvez está compuesta por tres niveles y una terraza, además del amplio jardín. Como en muchas de las obras de Barragán las secuencias y recorridos están marcados por ángulos definidos, muros y planos que, por el juego de luz, crean espacios más iluminados que otros y esto define los grados de intimidad de las estancias. Así, hay espacios que comparten un muro de media altura, que no llega al techo y que logra construir dos ambientes distintos, por ejemplo, en la buhardilla, un lugar íntimo que a través del muro que no llega al techo permite la continuidad con otras áreas.
Algunos de los espacios más emblemáticos de la casa Gálvez son la estancia de doble altura y con un ventanal con vista al espejo de agua; el acceso, que es característico de Barragán, con un gran contraste de colores y materiales y ángulos muy marcados establecen el recorrido; el comedor que resalta por su color y la vista hacia el jardín.
De igual manera, en la casa Gálvez, el diseño de interiores fue parte importante del proyecto, por lo que muchos de los espacios cuentan con muebles diseñados por el propio Barragán, de igual modo, hay obras de arte en las habitaciones, tal como “Mensaje” (1960) de Mathias Goeritz o “Desnudo con alcatraces” (1944) de Diego Rivera.
La construcción de la casa Gálvez concluyó en 1955, pues tomó 4 años su realización. La casa todavía es habitada por la familia Gálvez, sin embargo, ha sufrido muy pocos cambios a lo largo del tiempo por lo que se mantiene casi como desde su construcción.