Siempre he profesado un amor profundo por las ruinas, especialmente las del siglo XX. Las construcciones en estado de decadencia, deterioro y desolación me parecen muy románticas (e incluso sexys). Al punto de que me provocan excitación y me suscitan una especie de orgasmo estético. Es como ver porno. Y no soy al único que le pasa, es un fenómeno común y hasta tiene un nombre oficial en inglés: Ruin Porn (porno de ruinas). En este mundo contemporáneo, en donde el patrimonio arquitectónico e histórico se destruye sin ningún remordimiento y en donde los mega proyectos residenciales sin alma nos aplastan por doquier, encontrarse con vidrios rotos, puertas de madera carcomidas y paredes agrietadas es un respiro y un éxtasis. Esto ocurre con Acrópolis.
En la cima de una colina en Lomas Verdes hay un centro comercial en ruinas que se llama La Acrópolis Ciudad Comercial, que fue construido para semejar un templo “griego”, pero que en realidad desde afuera parece más una iglesia protestante, un antro fresa temático o una mansión abandonada de algún narcotraficante. Sin embargo, sus interiores decrépitos son hermosos.
Acrópolis antes
La historia cuenta que la Acrópolis Ciudad Comercial se construyó a finales de los ochenta y se inauguró en 1990. Originalmente tenía más de 500 locales comerciales y un área de restaurantes. Los que lo conocieron cuentan que “parecía un bazar estilo ochentero”, que “funcionaba como refugio de los jóvenes de los alrededores” y que (por eso) los locales se especializaban en “perforaciones, tatuajes, helados, discos y ropa”. Curiosamente no existen fotos de sus interiores en aquella época. Solo duró 4 años en uso y no se sabe con exactitud por qué cerró. Hay una teoría que dice que los dueños se quedaron en bancarrota tras la crisis económica de 1994. Otros dicen que solo fue construido para lavar dinero, lo cual se podría corroborar por el estilo griego kitsch que lo caracteriza.
Acrópolis ahora
Hoy en día, de Acrópolis sólo quedan los huesos. Sobrevive una gran escalera que te recibe al pie de la colina y te lleva a la cima: donde hay un edificio con un pórtico estilo “griego” antiguo que dice –en tipografía también “griega”– Acrópolis Ciudad Comercial.
De allí entras a un largo pasillo flanqueado por columnas dóricas que se extiende hasta una salida al fondo. Todo lo que está a tu alrededor está en estado de desgracia: techos perforados, mosaicos rotos, charcos de agua, basura, escombros, y paredes despintadas y grafiteadas. Al final del pasillo hay un gran salón: un espacio enorme en forma de octágono de dos pisos de alto con columnas que sostienen un domo geométrico en forma de estrella que funciona como tragaluz.
En época de lluvias, el piso de este salón se encharca y se vuelve una especie de espejo de agua que refleja la estrella del techo en el piso. Uno piensa que si este edificio estuviera en condiciones óptimas como cuando lo inauguraron no valdría ni la pena visitarlo. Seguramente era casi tan feo cómo Galerías Coapa. Pero ahora, en su estado decrépito, es de una belleza apocalíptica indescriptible.
Curiosamente, la Acrópolis tiene un hermano incómodo al lado con el que comparte la colina y la vista excepcional de Lomas Verdes, Satélite, Boulevares, Echegaray y toda la Ciudad de México. Se llama La Cúspide Sky Mall y es un centro comercial nuevo, funcional y resplandeciente. Es de esos complejos comerciales que brotan en toda la ciudad y que reproducen exactamente las mismas tiendas que te venden la ilusión de que con dinero vas a vivir para siempre.
En eso radica la belleza y la profundidad de la Acrópolis Ciudad Comercial, que en comparación con La Cúspide Sky Mall, sus ruinas exponen una grieta en el sistema. Muestran la fragilidad, la transitoriedad y la precariedad de la vida, y confirman la existencia del deterioro y de la historia.
Visitarlo
Actualmente no se pueden visitar las ruinas de La Acrópolis pues está bardeado, cerrado y hay un guardia. Sin embargo, puedes rentar el sitio como locación (cómo hizo Café Tacuba con su video “Quiero ver” en el 2009 o como hizo recientemente el artista/florista japonés Azuma Makoto). También (supongo) que puedes intentar meterte ilegalmente. Es el lugar perfecto para irse de pinta, fumarse un gallo y/o fajar con l@ novi@. Sólo qué con cuidado, porque quien sabe que presencias y ausencias se esconden por allí.
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