Moverse en bicicleta cambia todo. Una vez superado el susto que implica aventurarse al movimiento en cuatro ruedas, es la mejor experiencia. Con la bicicleta uno pasa los huecos mínimos del tráfico y le toma más cariño a la ciudad. Recorrerla en bici es aprender sus calles, sus rutas, sus atajos. Sentirse un tanto más independiente. La infrestructura para moverse a dos ruedas en la ciudad es poquita; la destinada para automóvil, al contrario, es bastante. Sin embargo, incluso si uno no quiere rodar por la ciudad, formas de ciclismo hay muchas. Está, por ejemplo, el increíble recorrido por el Ajusco: vistas de aire fresco y mucho bosque.

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El recorrido

Para esas otras formas de ciclismo está la ciclovía ferrocarril de Cuernavaca, la cual parte del norponiente de la ciudad y llega a Tepoztlán, Morelos. Es un recorrido con muchos paisajes, y su tramo más especial está en el recorrido Ciclovía Rural de Tlalpan que atraviesa partes boscosas del Ajusco. La ruta está acondicionada con una caseta de renta de bicicletas, que está en San Andrés Totoltepec (parada 38, puente de la carretera Picacho-Ajusco en el kilómetro 7): una hora de renta por 20 pesos. El Facebook de la estación para conocer más detalles está aquí.

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Durante el recorrido hay puestos de quesadillas y pulques. Mientras ruedas, los árboles de coníferas, unos cuantos matorrales, la fauna silvestre y el fresco en la piel causada por la altura son los protagonistas de la experiencia. Pero lo que definitivamente hace el viaje memorable son las vistas y miradores en varios puntos del recorrido, donde dejar de rodar la bicicleta y parase a ver es inevitable. La estación de bicis está abierta de lunes a sábado, de 8 de la mañana a 6 de la tarde todos los días del año.

Dentro de la ciudad, y en contacto con los breves espacios silvestres que aún nos quedan, la rodada del Ajusco es un destino grato para escapar la confusión de la mancha urbana. Y un gran plan para cualquier fin de semana.

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