A principios de septiembre del año pasado, después de alrededor de años, una zorra gris se dejó ver entre la topografía caprichosa de la REPSA. Este avistamiento –que no había ocurrido hace aproximadamente 10 años– significa que en la reserva hay un ecosistema completo que propicia su supervivencia. Además de la probabilidad de que haya más zorros.

El zorro gris come plantas y sus presas preferidas son los conejos, ratones, tuzas, aves, lagartijas e insectos. Pero son sobre todo carroñeros. Mide aproximadamente lo que un coyote, pero es difícil confundirlo con uno de ellos –todos tenemos en la cabeza la imagen de un zorro: un metro de longitud, cuya mitad equivale a la cola; la señal de su presencia. Tienen el hocico puntiagudo, las orejas puntiagudas y una mirada ineludible.

zorra gris

Zorra gris captada en septiembre de 2017 en el Pedregal.

Hay pocos más avistamientos de zorra gris en la ciudad. Acaso aparece, furtiva, en los puntos menos urbanos de la ciudad. En algún patio trasero en Milpa Alta o frente a unos excursionistas en el Ajusco (como han reportado en Naturalista). Sobre el avistamiento en CU, los científicos de la UNAM tienen tres hipótesis acerca de la aparición de la zorra gris dentro de la REPSA: la primera dice que estaba ahí desde hace mucho tiempo y nadie la había visto porque estaba escondida y deprimida por los perros ferales (que han disminuido). La segunda hipótesis que llegó sola de lugares como Tlalpan o el Ajusco, donde aún viven más. Que probablemente cruzó el Periférico o Insurgentes de noche y encontró la reserva:

La tercera hipótesis es que fue introducida. Quizás porque alguien no sabía que hacer con ella y no quiso llamar a las autoridades. A saber. De igual manera, a poco más de un año de su avistamiento en CU esta sigue siendo una gran noticia para la que es quizás la última reserva natural del área metropolitana.

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