Sea lo que sea lo que ella ofrezca a la vista y sea cual sea la manera
empleada, una foto es siempre invisible: no es a ella a quien vemos.
-Roland Barthes

Han pasado cuatro meses desde el sismo del 19 de septiembre. El multifamiliar de Tlalpan fue uno de los sitios afectados: de sus 10 edificios uno colapsó y los otros 9 tienen daños estructurales (tecnicismo que todos aprendimos a usar a raíz del sismo). En el cenit de la incertidumbre que reinó inmediatamente después de 19s y que continúa hasta hoy, los habitantes del multifamiliar se fueron a vivir a campamentos improvisados por ellos mismos en los camellones afuera de sus edificios, sin saber por cuánto tiempo estarían ahí. A cuatro meses del terremoto, siguen allí.

Sólo algunos han tenido oportunidad de entrar a su departamento y sacar cosas, otros no han podido entrar, pero saben perfecto qué es lo que sacarían de poder hacerlo. Así, la mayoría de los objetos que usan en el acontecer diario en los campamentos son donaciones.

Si los objetos que tenemos más cerca constituyen nuestros afanes y tristezas y de alguna manera “hablan” por nosotros, ¿qué pasa cuando sólo podemos tener un fragmento de eso, cuando tenemos que elegir? Estas fotos representan la elección de objetos de algunas personas que tuvieron que evacuar sus hogares sin mucho tiempo para pensar o decidir.

Cada objeto recuperado o por recuperar terminó por significar mucho. A su mero valor utilitario se le agregó una relación de recuperación, de propiedad, de arraigo. El objeto como aspecto simbólico dice: “no perdí todo, algo queda”. La recuperación de cualquier objeto se volvió, para muchos, una sensación opuesta al vacío absoluto que llegaron a sentir.

Algo queda. Un extracto de ti. Algo propio. Algo de identidad.

¿Qué fragmento elegirías tú?

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