Hay una paradoja cultural que los mexicanos evitamos frecuentemente: pocas cosas son tan eróticas como el futbol. Con sus festejos de torso desnudo, sus abrazos sudorosos y sus encontronazos de piernas torneadas, el deporte no puede ocultar su sensualidad. La exposición de Fabián Chairez, “La inocencia de las bestias”, se sumerge en esa faceta para emerger con una serie de piezas notables.

La inocencia de las bestias

Chairez se popularizó con el ya icónico “Zapata Gay”. La pieza en realidad se llama La revolución, pero el vox populi no se inclinó por la sutileza. La Revolución, que aparecía en los murales del bar LGBTQ+ El Marrakech, evidenciaba el interés de Chairez en el cariz gay de la masculinidad mexicana.

Del Marra, la pieza brincó a Bellas Artes, a la exposición “Emiliano: Zapata después de Zapata”. Una vez ahí, decir que causó revuelo es poco. Medio mundo puso el grito en el cielo, incluido Jorge Zapata, el mismísimo nieto del caudillo del sur. Zapata amenazó con demandar a Chairez y a Bellas Artes por “denigrar la imagen de su abuelo”. Quién sabe si lo habrá hecho, pero lo que sí hizo fue regalarle a Chairez una campaña de publicidad. Desde entonces, su figura ha llegado cada vez más lejos: Barcelona, París, Londres, Berlín. La más reciente de sus exhibiciones lo ha traído de vuelta a México. Específicamente, al Museo Universitario de El Chopo, en la Santa María La Ribera.

La última provocación de Fabián Chairez

“La inocencia de las bestias”: la última provocación de Chairez

Expuesta en el Museo Universitario del Chopo, dentro de la galería Arnold Belkin, ”La inocencia de las bestias” da cuenta de otra faceta del trabajo de Chairez. Menos conocida, tal vez, pero no menos potente. Sobre el césped, jugadores de futbol se abrazan como en cualquier partido de la Eurocopa o la Copa América. Pero hay una presunta diferencia. Acá se amamantan, enseñan andróginos los pechos y los genitales, hacen pole dancing con el asta de la bandera mexicana, lamen machetes… Inevitablemente, las imágenes interrogan la realidad hiperviril de los jugadores que vemos en pantalla. Nunca volverás a ver a la Selección Mexicana de la misma manera.

En la pieza central, la espléndida El vergel, un jugador yace tendido en la cancha. A su lado, un majestuoso corcel blanco se alza en medio del campo. Frente a la pieza, una cancha de césped artificial salpicada con rosas exhibe unos machetes clavados al centro. Unos banderines clavados en el campo emulan las banderas que quedaban esparcidas por doquier en los campos de batalla, porque qué otra cosa es un partido de futbol sino la pantomima erótica de una batalla.

“La inocencia de las bestias”, de Fabián Chairez @ Museo Universitario de El Chopo
Enrique González Martínez no. 10, col. Santa María la Ribera
Miércoles a Domingo | 11:30 am – 6 pm
Hasta el 30 de junio