El plato en cuestión no podía llamarse de otro modo que “el Brooklyn”, pues comerlo evoca de inmediato un barrio neoyorquino. Es creación del chef Justin Ermini del restaurante Anatol y es una suerte de homenaje a los sabores legendarios de la Costa Este de Estados Unidos, de donde es originario.

Como en la mayoría de los platos de Anatol, hacerlo tiene su chiste. Se prepara de manera íntegra en el lugar, comenzando por el corned beef —brisket de res curada en sal—, cocinado al alto vacío por 36 horas y posteriormente rebanado finamente. El pan de centeno también se hornea en casa con una receta que integra miel y semillas de alcaravea. El aderezo es una interesante mezcla de cátsup, alioli, pepinillos, huevos duros y cebolla.

Imaginen la ya de por sí ganadora combinación con una buena ración de queso gruyere derretido decadentemente, con una ensalada de col, zanahorias y eneldo. Todo acompañado de papas fritas con romero y de —por supuesto— más pepinillos.

Recomendamos visitar el sitio para dar un recorrido a los sabores clásicos de la cocina estadounidense, que aunque dista mucho del clásico deli judío donde Meg Ryan va a comer y fingir orgasmos, seguro es algo que podía acoplarse sin problema a cualquier trama de Woody Allen.

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