Aeromoto es como una especie híbrida dentro del género de las bibliotecas. Podemos decir que incluso salvó a esta especie de la extinción en una ciudad y en una era en que la consulta de libros y la lectura por placer está bloqueada por mecanismos muy difíciles de desarmar. Es una biblioteca de barrio especializada en arte, y se encuentra en un rincón escondido de una calle peatonal de la colonia Juárez que, aunque diminuto, no deja de ser una guarida inmensa para el visitante.

Decía Ray Bradbury que la verdadera educación está en las bibliotecas. “Los profesores inspiran. Pero la bibliotecas satisfacen”, afirmó en su genial ensayo sobre la lectura. Y aunque es verdad que en la Ciudad de México las “bibliotecas de barrio” están cuasi extintas, también es cierto que hay gente que, como Bradbury, conoce la importancia de tener una biblioteca para combatir los lugares comunes de nuestra cotidianidad. ––Una biblioteca es un pasaporte a una vida más amplia, a un territorio más libre.

En los estantes de este espacio abundan materiales de editoriales independientes y de tirajes pequeños, la mayoría de los cuales no llegan a las bibliotecas tradicionales. Probablemente lo más especial de su acervo es que casi todo lo que contiene ha sido distribuido de mano en mano, entre amigos y colegas. Además de libros, Aeromoto tiene revistas viejas y nuevas, carteles, fanzines, postales, audios, catálogos y afiches muy difíciles de encontrar en otro lado. Pero nada de lo que se encuentra allí está a la venta, y ese es su valor: la biblioteca atenta contra nuestro deseo de poseer todo lo que nos gusta.

A diferencia de las librerías, las bibliotecas proponen apreciar la complicidad que se establece entre todos los lectores de un mismo volumen: los libros pierden felizmente su castidad cuando pasan de mano en mano. El acervo de Aeromoto consta de alrededor de 1500 tomos que fueron donados inicialmente por los cuatro miembros fundadores (Mauricio Marcin, Maru Calva, Macarena Hernández y Jerónimo Ruedi) que unieron sus bibliotecas privadas. Ahora se han sumado donaciones y préstamos de amigos e instituciones para ofrecer una colección bastante completa sobre arte visual y cultura contemporánea.

Pidan un libro en préstamo, vayan a consultar un libro, lleven un libro para donar; así se alimentan estas especies rarísimas en el de por sí raro bestiario cultural de la ciudad. Sin bibliotecas no hay ciudad.

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